Los faros, fabricados principalmente en policarbonato, son esenciales no solo por estética sino por seguridad vial. Con el tiempo, la exposición a los rayos UV, la lluvia, el polvo o incluso el calor interno puede deteriorar su capa protectora. Esto provoca que el plástico se ponga amarillento o tenga rayaduras.
Si estás aquí es porque algo no te encaja o porque tienes que pasar la ITV y no sabes cómo prevenir una desfavorable.
1. Señales de alerta para pulir los faros
– Color amarillento o blanquecino: si deslizas el dedo sobre el faro y notas que está como rugoso o quemado, es momento de actuar.
– Pérdida de brillo: los faros ya no están tan transparentes o brillantes como antes.
– Visibilidad reducida: si notas que el haz de luz no ilumina con la misma intensidad por la noche o con mal tiempo…
– Rayaduras o microarañazos: aquí ya no afecta solo a la funcionalidad sino que es también notable en estética.
2. ¿Con qué frecuencia pulir los faros?
– Cada 6 meses, especialmente si lo dejas en la calle al sol o conduces por terrenos con mucho polvo o arena.
– Si lo tienes protegido y tienes parking cerrado, con una vez al año debería bastar.
– Como regla general, no pulir más de dos veces el faro dentro de su vida útil, por evitar daños estructurales.
3. Beneficios de tener los faros pulidos
– Mayor seguridad: la claridad y precisión lumínica reducen el riesgo de accidentes nocturnos.
– Un coche con un faro pulido realza su imagen y por lo tanto su atractivo en caso de venta.
– Pulir un faro suele costar entre 30-50€, frente a cientos por un faro nuevo.
– Te hace aprobar la ITV.
4. Nuestra recomendación de calidad
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